15 Abr ¿Sigues pensando que no eres creativ@?. Otro ejemplo para cambiar de opinión
Otro sencillo ejercicio de creatividad. Para darnos cuenta de que pensar que un@ no es creativ@, es incorrecto. En todo caso habría que decir que no estamos utilizando ninguna herramienta creativa. Vamos a ver un ejemplo aplicado de una herramienta, como ya hicimos con el azar, para demostrar que esto de ser creativ@ no va de tener la suerte de que nos toquen con una varita mágica.
La herramienta que hoy usaremos será la de eliminación, una herramienta muy sencilla que expliqué en un post anterior. El objetivo, como siempre, es desestabilizar un patrón, esta vez mediante la sustracción de un elemento que damos por sentado en un determinado proceso, para volver a estabilizar la situación de una manera diferente.
Tomaremos como ejemplo un restaurante. En general un restaurante requiere un local que suele ser cerrado, cuenta con un determinado personal para cocinar y servir, mesas y sillas para poder sentarse y platos, vasos y cubertería para comer. Asimismo, cada plato tiene un precio que suele ser constante.
En principio nos serviría elegir cualquiera de los elementos anteriores y eliminarlo para explicar la técnica creativa pero vamos a ir eliminando uno a uno todos para que veamos lo sencilla que es esta herramienta.
Vamos a eliminar, por lo tanto:
- El local
- Los camareros
- Las sillas
- La vajilla
- La constancia del precio
Nos quedamos sin local, ¿qué hacemos?
A partir de la eliminación del local, podemos pensar en un lugar al aire libre como ocurre en muchas zonas de playa, terrazas urbanas, etc.., pero eso no es ninguna novedad. Si seguimos explorando podríamos indagar en espacios muertos en la ciudad, sin uso, que corresponden al espacio negativo de ciertas infraestructuras, como los pasos elevados donde la parte de abajo suele ser un espacio sin usar y generalmente deprimido con lo que, habilitaríamos zonas sin uso, tendríamos suelo, probablemente barato y los ayuntamientos tendrían una nueva fuente de ingreso.
En todas las ciudades hay también edificaciones sin usar, fábricas, talleres, que podrían ser renovadas para un nuevo uso.
Otras vías de exploración podrían llevarnos a restaurantes en altura mediante una plataforma que pende de una grúa móvil. En esta solución se podría, además, variar la ubicación y dar trabajo a maquinaria que, por la noche, suele estar parada.
La nómina del servicio cada día es más alta
Supongamos ahora que eliminamos los camareros. La idea del autoservicio ya existe, pero nosotros queremos camareros. ¿Y si los llevásemos nosotros? Podríamos elegir, quizá en empresas formadas exprofeso para dar ese servicio, alguien determinado que nos pudiera cantar algo de ópera o imitar a Michael Jackson. O sin necesidad de tanta sofisticación, alguien que nos gusta cómo hace su trabajo. En una línea menos rompedora podríamos pensar en poder elegir entre los camareros de un local, si tuviéramos alguna preferencia.
¡A comer de pie!
Eliminemos las sillas. La gente tendría que comer de pie con lo que, probablemente, estaría menos tiempo en el local. Se podría pensar en cobrar por tiempo.
Podríamos pensar también en desarrollar artilugios como esos bastones que se pueden transformar en una silla en altura que apenas ocupa espacio. Las personas mayores o aquellos que tienen profesiones cuya práctica no permite sentarse, podrían beneficiarse. Los cazadores han desarrollado algún elemento derivado de esta idea.
Comiendo con las manos
Puede ser hasta divertido eliminar cubiertos. Hay muchos alimentos que se comen con las manos de manera habitual y que pueden ser el objetivo de un restaurante. Mariscos, canapes, alitas de pollo, jamón, empanadas, hamburguesas, pizzas, pan, aceitunas, espárragos, alcachofas y muchas otras alternativas que se pueden plantear, podrían ser objeto de una extensa carta para comer con las manos exclusivamente. Habría que implementar medidas de limpieza especiales que podrían concretarse en ideas factibles también para situaciones cotidianas.
La eliminación de la vajilla también podría llevarnos a tener la nuestra en un restaurante. Podría ser impactante cuando invitas a comer a un cliente. La idea de tener la vajilla con tu logo en el restaurante podría extenderse a mantelería o servilletas.
¿Es un restaurante o hemos venido a comer a la bolsa?
Los precios de los platos suelen ser constantes. Eliminemos la constancia. Podríamos pensar en variar los precios en función del horario, bajándolos en aquellos periodos de tiempo donde hay menos afluencia de gente.
También podrían variar los precios en función de la demanda en el momento, como ocurre en bolsa, de manera que, a mayor demanda, cuando los márgenes se cubren, podríamos bajar el precio. Tendríamos así los platos de mayor calidad, más solicitados, al mejor precio. O lo podríamos hacer a la inversa, cuanto más demanda, mayor precio, para aprovechar el tirón, según la estrategia que más nos interese. Con las bebidas podría pasar lo mismo. Las fluctuaciones se reflejarían en una pantalla.
No me diréis que no es sencillo el ejercicio y cómo, el mero hecho de eliminar un elemento, puede abrir de inmediato nuevos escenarios e ideas.
Y éstas son unas pocas. Seguro que se os ocurren bastantes más. Si queréis profundizar, esta técnica creativa la tiene muy desarrollada Edward de Bono o Bob Eberle. En este caso la hemos aplicado a un restaurante pero puede ser aplicada a cualquier objetivo.
¡A practicar!
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